viernes, septiembre 29, 2006

Artículo Vida Económica Septiembre 2006

Adiós a la productividad

Los últimos datos sobre la productividad más que animarnos, nos dejan como poco helados. Y eso que esto me pasó en agosto, leyendo el diario SUR. Según los datos del Banco de España, referenciados en dicho periódico, el diferencial negativo acumulado por España en productividad del trabajo con respecto al resto de países de la Unión Europea no es que disminuya sino que se ha mantenido o aumentado desde 1995 a 2005. La calidad y cantidad de nuestro trabajo, de lo que producimos, en términos generales, no llega a niveles de otros países. Esto, con serlo, no es lo más preocupante. Para mí lo es más el hecho de que la incipiente preocupación en la sociedad por este tema pienso que es solo aparente. Se queda en la conciliación vida personal-vida profesional, en algunos debates generales sobre el uso de la tecnología o en los problemas del tráfico. Lo primero, desde luego, es muy importante, no ya solo para la productividad, sino para mejorar la calidad de vida de todos. Pero la productividad va más allá, necesita de cambios más profundos, es verdad, algunos promovidos por las nuevas tecnologías, segunda de las temáticas, pero esto no lo es todo. Podemos tener tecnologías de última generación y sin embargo nuestra productividad disminuir. Los cambios deben ser organizativos, culturales e incluso mentales. Pongamos por ejemplo los problemas que a vuelta del verano seguimos sufriendo en nuestro entorno con los graves problemas de congestión del tráfico. Cuando, por el motivo que sea, perdemos el tiempo en lugar de producir, a medio o largo plazo esto nos perjudica, como profesionales y como personas. ¿Qué cuanto necesito para llegar a mi trabajo? Hay veces que más de una hora, para quince kilómetros, y el problema es que no estoy solo, alrededor mía hay decenas de vehículos (contaminando, por cierto) con personas desocupadas en vez de estar produciendo o en cualquier otra parte, ¿a quién le importa?. En otros términos, más culturales, recientemente he tenido la oportunidad de colaborar con profesionales de varios países europeos, presencial y virtualmente (por email). Las diferencias culturales aún se siguen notando. Esto, siendo algo positivo para quienes pensamos que la globalización no debería de acabar con las culturas locales, no es tan bueno cuando se da también en términos de cómo entender el trabajo o la productividad. Ir directamente al trabajo, a ver donde está el problema, en qué consiste y resolverlo cuanto antes, para qué darle vueltas. Este podría ser un resumen de lo que me encontré. Algo, ciertamente diferente a lo que, como entorno, me había acostumbrado: opiniones y opiniones, no hechos, pérdidas de tiempo en infinidad de reuniones, infinitos juegos de poder, para…, muchas veces más que resolver el problema, ‘tapar’ el problema. Y mientras tanto, reflexiono, nuestros hijos quizás reciban como legado uno los mejores lugares del mundo para vivir, aunque con un incierto futuro económico, debido a nuestro gran lastre en productividad. Y esto sin incluir la amenaza de tres grandes demonios (la triple A de Daniel Pink): Asia, automatización y abundancia. Pero de esto ya hablaré otro día.

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Artículo Vida Económica Julio 2006

Tendencias en la colaboración electrónica

Vida Económica Julio 2006

Recién llegado de un Workshop sobre colaboración electrónica en Milán, comentaré alguna de las ideas y reflexiones vertidas en el foro. Dos de los inconvenientes principales para que todavía se compleja, cuando no imposible, una efectiva colaboración entre personas para lograr objetivos comunes es que, a pesar de lo que indican algunas empresas de tecnología, que venden nuevas soluciones, siempre las mejores, las herramientas de software, hardware, y comunicaciones, todavía no están integradas. Esto dificulta compartir la información, métodos, etcétera entre personas de diferentes empresas, países, cultura, lengua. Un problema aún más preocupantes es que las habilidades entre la gente varía, esto quiere decir que puede haber individuos que sean muy habilidosos hasta el punto de sobre valorar la tecnología colaborando con otros que apenas saben usar algunas funciones básicas. Además a esto se une la pereza de muchas personas para aprender nuevas herramientas y tecnologías. Con todo, las mayores tendencias en este ámbito pudieran ser las siguientes. En primer lugar, el incremento en el número de empleados móviles, es decir que trabajan con tecnología desde cualquier parte, su casa, aeropuerto, empresa cliente, etc. En segundo lugar, cómo las tecnologías que usamos en el hogar también queremos usarlas en el trabajo. Un ejemplo de esto es la herramienta Skype o la mensajería instantánea, cada vez más empleada, no solo con fines personales sino profesionales. Una tercera tendencia es la vuelta al valor del individuo, es decir, siendo importante el trabajo en equipo, la colaboración entre personas, etc., no es menos el hecho de que las empresas diseñen estrategias para retener a sus mejores empleados, o, si no pueden retenerles a ellos, sí quedarse con su conocimiento (con las conocidas herramientas de gestión del conocimiento). Otra idea interesante resaltada en el evento es cómo muchas empresas, en este caso multinacionales, están desarrollando ya como realidad procesos globales de innovación en ciclos de tiempo de veinticuatro horas. Esto les lleva a que personas que viven en franjas horarias distintas, puedan, gracias a sistemas de colaboración electrónica, trabajar en proyectos comunes, acelerando con ello todo el proceso de innovación y reduciendo considerablemente el tiempo de respuesta al mercado. Una última tendencia que me gustaría destacar es la importancia económica que ya tienen las comunidades abiertas de usuarios que desarrollan nuevos productos o servicios. Ejemplos evidentes de esto serían el software libre o las redes de intercambio basadas en subastas, como por ejemplo la de Ebay, considerada por algunos gurus como el nuevo modelo de empresa basada en miles de “colaboradores”, lo que por otro lado la hace ser una de las mayores empresas del mundo (contando estos colaboradores como “pseudoempleados”).


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