jueves, mayo 31, 2007

Sonría, también en el trabajo

Artículo Vida Económica Mayo 2007

Parece una obviedad, pero, al igual que nuestro cerebro, cuando vamos al trabajo, las emociones y estado de ánimo, también van con nosotros. Este es un tema de creciente preocupación en el área de la investigación en Dirección de Empresas en los últimos años. Así, en un reciente artículo de Barsade y Gibson en la Academy of Management Perspectives se analizaba si las emociones influían en los resultados laborales, los procesos de toma de decisiones, la creatividad, las tasas de rotación, el trabajo en equipo, las negociaciones y el liderazgo. Y la respuesta a la pregunta es que sí influyen, y de una forma importante. Y es que aunque se quieran ocultar, las emociones transmitidas, por ejemplo, a través de la comunicación no verbal tienen efectos en los resultados de reuniones, procesos creativos, etc. Y pueden afectar a los resultados globales de una empresa. Sin embargo, las emociones se pueden gestionar, es lo que se denomina en el artículo como el trabajo emocional, o las situaciones en las que los empleados disciplinan la demostración pública de sus emociones para cumplir con ciertas expectativas. Esto se manifiesta en una actuación superficial (supone fingir continuamente estados de ánimo y emociones, pero sin empatía) y una actuación profunda (en la que se llega a creer en las emociones que se demuestran en el trabajo, siendo un enfoque menos estresante y más sano según los autores). Lo ideal sería que todos estuviéramos ‘felices’ en el trabajo, nos gustara lo que hacemos y el contexto (otros empleados) fuera positivo, pero, ¿es usted el afortunado/a? En definitiva, que no se puede tener todo, sin embargo, el reconocimiento de las emociones como algo importante en las empresas nos lleva a hablar de un término de moda en los últimos años y que puede resolvernos algunos problemas: la inteligencia emocional. Aplicado aquí, implicaría conocer y saber controlar las emociones propias a través del reconocimiento de cuales son las emociones de los demás en distintas situaciones. Y actuar en consecuencia. Es decir, que si en el trabajo alguna buena mañana se te ocurre alguna buena idea sobre, por ejemplo, algún proyecto, y sabes que tu compañero o jefe de proyecto está normalmente de mal humor y poco receptivo por las mañanas, espérate mejor a la tarde o encuentra un mejor momento. Parece sencillo, pero particularmente pienso que no lo es. No obstante tiene sus beneficios. En el artículo se analizan numerosos lugares y condiciones de trabajo concluyéndose, por ejemplo, que las personas que están de buen humor en el trabajo consiguen mejores resultados, de entrada porque dedican menos tiempo a estar de mal humor, si estás de buen humor, estás más abierto a asimilar información y gestionarla de manera efectiva. Otro tema interesante que se analiza es como mucha gente intenta transmitir sus emociones empleando medios tecnológicos, como el correo electrónico, la videoconferencia o incluso el teléfono, sin conseguirlo. Además, puede ser contraproducente incluir bromas o mensajes emocionales en estos medios porque el riesgo de que no se entiendan es elevado ya que no se tiene al interlocutor enfrente. Como recomiendan los autores del estudio, si algo es importante, y se es consciente de que el contexto emocional va a ser relevante, entonces es mejor descolgar el teléfono, no depender únicamente de los correos electrónicos e, incluso, puede que el teléfono no sea lo recomendable y la única solución sea “volar” donde está la persona y transmitirle el mensaje cara a cara. Por último una recomendación: sonría.


Web: www.gieb.uma.es